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La psicomotricidad se ha ido construyendo a partir de un recorrido de numerables aportaciones, desde la psiquiatría, la medicina y la educación hasta la neuropsicología, que hoy en día nos permiten definirla, independientemente de sus líneas de abordaje y desde la amplitud de su campo de actuación. En el ámbito de la intervención educativa, esta práctica pedagógica ha acontecido la base de nuevos proyectos educativos.

Entendemos la Práctica Psicomotriz Aucouturier (PPA), como una práctica educativa o forma de intervención en la cual se reconoce la expresividad del niño. Está basada en el cuerpo y en las acciones de los niños para favorecer los procesos de pensamiento operatorio y se realiza en un espacio, en un momento concreto y con unos materiales determinados. Se hace bajo la atenta mirada del adulto, el psicomotricista, quien prioriza la maduración integral del niño a través de la vía sensoriomotora, y de un proceso que tiene que favorecer la construcción de la totalidad corporal. Por otro lado, partimos de considerar la sala de psicomotricidad como un espacio en el cual se acompaña el itinerario madurativo de cada niño, desde la afectividad, la motricidad y el conocimiento. Un espacio en el cual se establecen vínculos bastante fuertes para cubrir demandas de atención, cura, aprendizaje y movimiento que cada niño requiere.

A partir de los niveles de expresividad motriz que el niño manifiesta en la sesión de psicomotricidad (sensaciones internas del cuerpo, experiencias de placer y desplacer y la aparición del juego simbólico), es donde se articularán la acción y el pensamiento y la comunicación y la conceptualización, de este modo los niños podan, desde la representación, construir el significado de su propia acción. La representación hay que entenderla como la capacidad de construir y organizar el mundo que nos rodea, por lo tanto, hablamos de un proceso complejo. Las formas de representación en la sala, desde la PPA, son el dibujo, las construcciones, el modelado y la expresión verbal.

Nuestra investigación ha permitido destacar que existe correlación entre la representación y los procesos cognitivos de Velocidad de procesamiento, Memoria, Motricidad fina y Coordinación visomotora. Al mismo tiempo, tenemos indicios para afirmar que dar espacio de forma sistemática a las verbalizaciones durante las representaciones, favorece la relación entre aquello que el niño verbaliza que ha jugado en la sala y el que verdaderamente ha realizado. También, hemos observado una relación entre el recorrido madurativo del niño y un recorrido ascendente en los parámetros de: dibujo, modelado, construcciones y expresión oral.

Cuando se llevan a cabo sesiones de psicomotricidad donde se favorece el espacio y el momento por la representación a través del dibujo, construcciones y modelado, se obtienen mejoras significativas en el desarrollo de los procesos cognitivos y en la calidad de las representaciones. Por lo tanto, consideramos conveniente ejecutar las tareas de representación tal como se contemplan en la PPA con una frecuencia del 100% de las sesiones programadas. Al mismo tiempo recomendamos que las sesiones tengan una duración entre 1:30h y 2:00h para favorecer el momento de la representación. Finalmente hay que destacar que, dadas las condiciones en que se ha desarrollado la investigación como por el grado de significatividad de los resultados conseguidos, parecen existir indicios de la efectividad de la aplicación de la PPA sobre el desarrollo cognitivo.