Deterioro de la calidad de vida tras el diagnóstico de síndrome de Cushing
El síndrome de Cushing (SC) aparece cuando se produce demasiado cortisol, es decir, cuando existe hipercortisolismo endógeno por enfermedad de Cushing (EC) dependiente de la hipófisis o cualquier otra causa de SC (suprarrenal o ectópica).
Pese a normalizar la secreción de cortisol después de tratamiento quirúrgico y/o médico, la exposición crónica a hipercortisolismo previo determina morbilidad no del todo reversible, como problemas físicos (fatiga por disfunción muscular, obesidad central, osteoporosis y fracturas, mayor riesgo cardiovascular) y neurocognitivos, como peor capacidad ejecutiva y memoria, intolerancia al estrés, insomnio, síntomas depresivos y ansiedad. Todo esto conduce a un deterioro a largo plazo de la salud percibida y de la calidad de vida (CdV) relacionada con la salud.
Fig.1: Factores que determinan una reducción en la CdV en pacientes diagnosticados con SC.
Casi todos los diagnosticados de SC experimentan síntomas depresivos en algún momento, y 5 años después del diagnóstico y tratamiento siguen consumiendo más analgésicos opiáceos que la población general (al experimentar dolor), si bien el consumo de ansiolíticos se reduce. Además, tanto en los pacientes en los que se ha conseguido controlar el exceso de cortisol como en los que siguen con el cortisol alto 5 años después del diagnóstico, se comprueba mayor consumo de antidepresivos, ansiolíticos, pastillas para dormir, opiáceos, medicación para la hipertensión y la diabetes comparado con la población general, demostrando mayor morbilidad a pesar del control hormonal. Por lo tanto, la persistencia de problemas físicos y neuropsiquiátricos en pacientes diagnosticados de SC determinan un gran impacto socioeconómico, lo que supone menos empleo, más solicitudes de discapacidad y menos ingresos entre los afectados.
Los profesionales de la salud no son siempre conscientes del grado de limitación que suponen estos problemas residuales post SC. Los afectados agradecen información y educación sobre lo que conlleva este diagnóstico y qué esperar después del tratamiento. Si no son conscientes de la problemática física y psicológica residuales, es frecuente que acaben deprimidos, sobre todo si su entorno familiar tampoco muestra empatía ni apoyo, al desconocer las molestias persistentes (Figura 1). Disponer de información objetiva sobre la evolución postoperatoria que incluya duración esperable de los síntomas, así como estrategias para afrontarlos, es muy apreciado por los afectados; por el contrario, esperar una normalización completa después del tratamiento conduce a la depresión, al seguir experimentando problemas que afectan a su vida diaria y su CdV. Ser conscientes de las secuelas físicas y psicológicas post SC y afrontarlas no solo benefician a los afectados, familias, su capacidad social y laboral, sino que también reduce los costes sanitarios (Figura 2).
Aunque no ha sido estudiado, es muy probable que, en una situación mucho más frecuente, como es el tratamiento crónico con corticoides exógenos por una enfermedad inflamatoria, autoinmune u oncológica (entre otros), también se experimenten estos problemas.
Fig.2: Cómo afrontar la mala CdV después del Síndrome de Cushing.
Dept. de Medicina, Universitat Autònoma de Barcelona
Grupo de Investigación de Enfermedades de la Hipófisis, CIBERER U747
Instituto de Investigación Biomédica-SPau (IIB-SPau)
Servicio de Endocrinología, Hospital Sant Pau
Elena Valassi
Servicio de Endocrinología i Nutrición
Hospital e Instituto de Investigación de Germans Trias i Pujol, Badalona
Grupo de Investigación de Enfermedades de la Hipófisis, CIBERER U747
Universitat Internacional de Catalunya, Barcelona
Referencias
Webb, S.M., Valassi, E. Quality of life impairment after a diagnosis of Cushing’s syndrome. Pituitary 25, 768–771 (2022). https://doi.org/10.1007/s11102-022-01245-9