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El desarrollo de una tecnología que investigue un uso más limpio y eficiente de los combustibles fósiles, como en el Centro de Investigación en Tecnologías Avanzadas (CITA), a parte de suponer una importante componente de innovación, puede implicar ciertos riesgos para la salud de la población y para el medio ambiente, ya que implica el desarrollo de procedimientos para capturar y transportar al subsuelo el CO₂ resultante de la combustión. Los impactos potenciales en los residentes locales, los animales, la vegetación, así como la integridad a largo plazo del almacenamiento, la calidad de las aguas subterráneas o la solidez de la roca, son cuestiones que requerirán un seguimiento de los proyectos de almacenamiento de captura de carbono.

El CITA está siendo promovido por un organismo de investigación vinculado al Ministerio de Ciencia e Innovación, que investiga aplicaciones avanzadas en fuentes de energía y el medio ambiente. Por lo tanto, la situación es tal que un organismo público de investigación, prácticamente desconocido por la potencial comunidad de acogida, impulsa el desarrollo de un centro para una tecnología emergente, cuando el marco normativo para esa tecnología no se ha definido todavía. Los datos de entrevistas semi-estructuradas (n = 15), una encuesta (n = 400) y sesiones de grupo (2) se han recopilado para revelar cómo la comunidad local percibe el plan propuesto por CITA y las instituciones promotoras, y cómo se relaciona con el nivel de confianza depositada en los promotores del proyecto.

Los resultados muestran que la información que la comunidad local había recibido sobre el proyecto CITA, hasta el momento de este estudio, se consideró poco clara e insuficiente por los miembros de los tres grupos de la muestra. Esto podría haber generado una falta de confianza pública en los promotores y en los reguladores del centro tecnológico. Sin embargo, esta supuesta falta de confianza debería ser cuestionada, sobre todo teniendo en cuenta que, incluso en un contexto de política partidista y controversias, el público aún se inclinaban hacia la confianza en instituciones públicas locales y regionales, y en un grupo de expertos (en este caso el promotor del proyecto), como fuentes de información adecuadas. Así, puede ser razonable decir que, como fuentes de información en estos temas, las administraciones públicas y organizaciones promotoras siguen teniendo un nivel bastante alto por parte del público. En otras palabras, son dignos de confianza. Por otra parte, se considera confiable a pesar de que la percepción más generalizada observada entre la población encuestada fue que faltaba información sobre CITA, mientras que la que existía era confusa.

En el caso de las tecnologías emergentes, donde la falta de conocimiento público se combina con un cierto grado de incertidumbre científica, los proyectos tecnológicos pueden verse seriamente comprometidos por la resistencia de la comunidad y la oposición pública. Sin embargo, en este caso particular, los posibles conflictos parecen haber sido neutralizados por una predisposición general positiva hacia la tecnología aplicada y su promotor institucional. Sin embargo, cabe señalar que la actitud de la comunidad hacia el proyecto CITA podría cambiar a corto y largo plazo en función de cómo finalmente se va a publicitar, establecer y gestionar el proyecto en la región.