"En diez años sería posible que la mayoría del consumo energético del país fuera generado a través de energías renovables"
Ingeniero industrial por la UPC e ingeniero en tecnología papelera por la Universidad de Grenoble, Joan Vila es desde 1981 director ejecutivo de LC Paper 1881, una mediana empresa catalana de fabricación de papel tisú. Socio de la cátedra "Procesos sostenibles de la UdG", desde el año 2005 escribe una columna semanal en Diario de Mallorca sobre economía empresarial y energía. También ha publicado libros de divulgación y participa regularmente en debates relacionados con el mundo de la energía y la empresa.
Usted hace hincapié en que el problema energético recae en el uso y, sobre todo, en un uso no adecuado de la energía en el sector industrial y el transporte. ¿Es este el mayor problema del sistema energético catalán y español?
Sí, así es. El año 2013 la estructura en el uso de energía final era de 28,7% a uso residencial y primario, 34% a uso industrial y del 37,4% al transporte. Normalmente hablamos de energía asociándola a electricidad con un consumo de energía primaria del 27,05%, cuando el petróleo significa el 47,3% del total de la energía primaria. Por lo tanto el primer problema lo tenemos en el transporte, no en la electricidad, y su solución pasa, primero, por electrificar-y, segundo, para disminuir su actividad.
Es necesario cambiar el modelo del transporte. Y para ello, se deben tomar decisiones políticas, ya que las soluciones están (potenciar el tren, hibridar el camión o fomentar el coche eléctrico), pero llevarlas a la práctica es muy difícil. Si nadie impulsa estos cambios, no se podrá cambiar el modelo.
¿Qué acciones se deberían llevar a cabo para mejorar la eficiencia energética?
El punto más importante recae en el ahorro y en cómo conseguir un menor uso de energía. No se puede implementar un nuevo escenario energético si no se empieza por reducir el consumo, es impensable un mundo renovable con el mismo uso indiscriminado de la energía.
Por ello, para mejorar la eficiencia energética, lo primero que hay que hacer es incluir el valor de la energía a los productos, y que se le impute el CO2 que ha generado, la contaminación, el agotamiento de materias primas o el cambio climático. Se trata de llevar a cabo un cambio de fiscalidad, introduciendo una tasa sobre el CO2, universal, intensa, fiscalmente neutra y con aranceles y, a cambio, reducir otros impuestos, como el IVA, por lo que la presión fiscal de las empresas no aumente.
¿Qué papel tendrán las energías renovables?
El año pasado aproximadamente la mitad de la electricidad en España fue generada por renovables. Por lo tanto, el peso de las renovables es indiscutible y la transición energética hacia un modelo más sostenible basado en las energías renovables se va imponiendo poco a poco. Actualmente, por ejemplo, la energía fotovoltaica es una de las energías renovables de mayor crecimiento, ya que en los últimos años ha disminuido considerablemente su coste de generación.
¿A cuantos años vista?
Todo depende del papel que adopte la Administración. El decreto sobre el autoconsumo de energía que ha aprobado recientemente el gobierno español, por ejemplo, frena la penetración de las energías renovables.
Pero si conseguimos que las administraciones hagan un cambio en la regulación e impulsen las renovables, en diez años vista sería posible que la mayoría de consumo energético del país fuera generado a través de energías renovables. Es necesario que los consumidores forzamos a los políticos a que apuesten por hacer este camino.
¿Qué líneas de investigación cree que se deben potenciar para resolver los retos tecnológicos actuales para aumentar la eficiencia energética?
En primer lugar, creo que actualmente la universidad sigue bastante alejada de la industria y del consumidor final, y es importante que haga un pequeño giro para ser más aplicada y conectar con los problemas reales de la industria.
Sin embargo, a nivel tecnológico las posibilidades son inmensas y las soluciones ya son una realidad. En los últimos años se han hecho muchos avances que han logrado reducir enormemente los costes de las energías renovables. Ahora lo que falta es un cambio de actitud para cambiar el modelo energético, que se debe hacer desde las administraciones.
Respecto a las tecnologías, creo que es interesante potenciar soluciones tecnológicas para mejorar el almacenamiento de energía, y sobre todo, el coche eléctrico. Durante diez años, el sector del automóvil se ha centrado en los vehículos de hidrógeno, ya que se pensaba que esta línea de investigación era la que daría frutos, y el coche eléctrico había quedado frenado. Pero ahora se ha visto que esta línea de investigación no avanza como se esperaba y, en cambio, el coche eléctrico puede ser una solución.
¿Cómo ha conseguido aumentar la facturación y, a la vez, disminuir el consumo de energía y la huella de CO2 en la empresa que dirige?
Lo hemos logrado poniendo el ahorro energético como objetivo. Y es que este debe ser un objetivo prioritario para todas las empresas.
Hace 22 años que apostamos por aplicar procesos productivos que mejorasen la eficiencia energética. Empezamos en 1993, cuando pusimos en marcha una central de cogeneración de producción combinada de calor y electricidad. Y desde entonces, hemos ido introduciendo cambios en todo el proceso de producción pensando desde el punto de vista energético. Por ejemplo, en 2009 pusimos en marcha la máquina de tisú con un proceso patentado que coge los gases de la central de cogeneración para secar el papel, en 2012 mejoramos el producto, haciendo un papel tisú de una capa en vez de dos, y en 2014 adaptamos una de las máquinas para hacerla específica para el nuevo producto. Ahora estamos ejecutando un proyecto de transformación del papel tisú en rollos para el consumidor ahorrando en transporte. Con todos estos cambios hemos conseguido un ahorro energético en CO2 del 60%. El camino ha sido secuencial, avanzando más después de cada paso que hacíamos.