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La crisis en la que estamos inmersos está caracterizada por ser una crisis en la ocupación, afectando de lleno a la ocupación masculina. Esto está teniendo consecuencias en la pérdida del valor trabajo como elemento identitario de la masculinidad.

En esta investigación se analiza hasta qué punto la crisis del empleo está poniendo en cuestión el papel del hombre como principal aportador de recursos económicos en el hogar. A través del análisis de trayectorias laborales, se ve como el trabajo remunerado persiste como núcleo central de la masculinidad. Si por la generación de los hombres mayores el trabajo remunerado pasaba por una identificación en la profesión y en la empresa en la que se trabajaba toda la vida, por la generación más joven de las clases trabajadoras, es la precariedad, la falta de estabilidad, la búsqueda de un empleo, lo que confiere un nuevo papel capital en el empleo en las vidas de los jóvenes.

Al igual sucede con los jóvenes más cualificados, de clases medias, hay una completa identificación con la profesión, lo que hace que se acepten peores condiciones de trabajo, por que el proyecto de vida pasa por la realización personal a través del desarrollo profesional. Parece por tanto que el cambio esta viniendo más de la mano de los jóvenes de clase trabajadora que confieren al trabajo remunerado sólo un valor instrumental, y no como les pasaba a sus padres, para los que el trabajo conllevaba una identidad.

También se da un mantenimiento en la separación y la vivencia de los hombres respecto a las tareas domésticas y de cuidado de niños. Los hombres no se sienten los principales responsables y delegan la gestión del ámbito privado del hogar a las madres y esposas. Pero parece que se abre un resquicio hacia un cierto cambio, cuando menos, a nivel del discurso social y de algunas prácticas, sobre todo de los más jóvenes y también por parte de algunos hombres jubilados o ausentes del mercado de trabajo. Podemos afirmar que la no empleabilidad de algunos hombres, es decir el hecho de estar en el paro, prejubilados o jubilados, los esta forzando a estar más presentes y asumir más tareas en el hogar y más tiempo de dedicación a los hijos/as, lo que en coyunturas de pleno empleo masculina no sucedía.