Ictus: en busca de biomarcadores para predecir su evolución
El ictus consiste en una alteración brusca de la función de una zona del cerebro cuyo origen es vascular, bien sea por la interrupción del flujo sanguíneo a una zona cerebral (ictus isquémico o infarto cerebral) o por la rotura de un vaso sanguíneo con la consiguiente extravasación de sangre al cerebro (ictus hemorrágico o hemorragia cerebral). Ambas circunstancias conducen a la muerte de las células cerebrales en la zona afectada.
El ictus supone una de las principales causas de mortalidad y discapacidad en los países desarrollados. Meses después de sufrir un ictus, muchos pacientes que sobreviven al mismo presentarán secuelas de por vida, y en aproximadamente la mitad de los casos, éstas serán tan importantes que les impedirán llevar una vida autónoma. En la práctica clínica no disponemos de herramientas que nos permitan anticiparnos a la situación y saber cómo evolucionará cada paciente. En otras enfermedades, el uso de biomarcadores sanguíneos es habitual para este fin, como en el caso de la determinación de troponina en el manejo del infarto agudo de miocardio. Estos biomarcadores son moléculas indicadoras de un proceso fisiopatológico en relación con la enfermedad que pueden ser medidas fácilmente.
Desde el inicio del ictus se ponen en marcha una serie de fenómenos inflamatorios que, en circunstancias normales, permiten la entrada de células de defensa o leucocitos en el área cerebral afectada, para eliminar las sustancias derivadas de la muerte celular y favorecer el restablecimiento de la normalidad en las zonas cercanas. Para esto es necesario un aumento de la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, que regula el paso de sustancias entre el cerebro y el torrente sanguíneo. Sin embargo, esta reacción inflamatoria también tiene efectos deletéreos, que son especialmente importantes cuando el ictus es más grave. La alteración de la barrera hematoencefálica puede tener complicaciones a nivel local, como el infarto maligno o las hemorragias en el seno del infarto, que suponen un peligro para la vida del paciente. A nivel periférico, la excesiva respuesta inflamatoria también puede condicionar complicaciones, tales como las infecciones o las complicaciones cardiacas.
Las moléculas liberadas al torrente sanguíneo durante esta reacción inflamatoria suponen una oportunidad para el estudio de biomarcadores en relación con el pronóstico del ictus. En el presente artículo, realizamos una revisión de la literatura encaminada a tres tipos fundamentales de moléculas implicadas en la inflamación: los patrones moleculares asociados al peligro (DAMPs), las citoquinas y la proteína C-reactiva (PCR), un marcador de fase aguda. En general, no hemos encontrado una asociación firme entre los biomarcadores más estudiados (principalmente la interleucina-6 y la PCR), ya que a pesar de que sus niveles elevados suelen asociarse con un mal pronóstico, el valor añadido que aporta su determinación con respecto a información clínica del paciente fácilmente obtenible a pie de cama, como la edad o la gravedad del ictus, es escaso o nulo.
Por otra parte, hemos encontrado muy pocos estudios que evalúen la asociación de estos marcadores con el desarrollo de complicaciones. Desde un punto de vista práctico, la predicción de estas complicaciones puede ser de gran interés, ya que nos permitiría adelantarnos a los acontecimientos y hacer lo posible para evitarlas. Pensamos que en el futuro la investigación en estos biomarcadores debería enfocarse más hacia la predicción o el diagnóstico precoz de las complicaciones del ictus que a la predicción del pronóstico, que permite un estrecho margen de actuación.
Finalmente, y como esperábamos dado que se trata de información bastante más novedosa, los DAMPs han sido poco estudiados en relación con el pronóstico del ictus. Dada su importancia en el inicio de la respuesta inflamatoria, pensamos que la determinación de estos y sus receptores podría ser de interés en un futuro próximo.
Servicio de Neurología, Hospital Universitario Vall d'Hebron
Universitat Autònoma de Barcelona
Referencias
Bustamante A, Simats A, Vilar-Bergua A, García-Berrocoso T, Montaner J. Blood/Brain Biomarkers of Inflammation After Stroke and Their Association With Outcome: From C-Reactive Protein to Damage-Associated Molecular Patterns. Neurotherapeutics. 2016 Oct;13(4):671-684. DOI:10.1007/s13311-016-0470-2.