Inés Sánchez de Madariaga, directora de la Unidad Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación
Inés Sánchez de Madariaga es directora de la Unidad de Mujeres y Ciencia, en el Gabinete de la Ministra de Ciencia e Innovación y profesora titular de Urbanismo de la Escuela de Arquitectura de Madrid. Tiene un Master of Science por la Universidad de Columbia en Nueva York, siendo becaria Fulbright. También ha sido "visiting scholar" en la Universidad de Columbia, Nueva York, y en la London School of Economics and Political Science, así como Jean Monnet "visiting professor" en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Weimar-Bauhaus. Ha sido asesora ejecutiva de la Ministra de Vivienda y subdirectora general de Arquitectura. Miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Europea de Investigación Urbanística. Representante de España en el Grupo de Helsinki, un grupo asesor de la Comisión Europea. Ha sido también directora del primer grupo de investigación español sobre género, urbanismo y arquitectura, en la Universidad Politécnica de Madrid. Es autora de seis libros y una treintena de artículos.
-¿Hay pocas mujeres científicas en España?
-No, hay muchas. Lo que no hay son mujeres en puestos de responsabilidad. Existe un techo de cristal difícil de romper y un suelo pegajoso, como en muchos otros campos profesionales.
-¿Y por qué esa falta de mujeres en puestos de liderazgo?
-La causa fundamental tiene que ver con cuestiones estructurales de la carrera científica, con estereotipos sociales de las que no escapa el mundo de la ciencia y que atribuyen la imagen del científico a personas del sexo masculino y con ella la autoridad que emana del saber. Hay factores relacionados con la organización de las instituciones científicas y con procedimientos de selección que parece que son neutros pero que no lo son, con efectos negativos hacia las mujeres.
-¿Cuál es la situación actual?
-Se avanza muy lentamente. Incluso en algunos campos se está retrocediendo. Y hay especialidades, como Ginecología, Obstetricia y Pediatría, donde no hay ninguna mujer catedrática. Sólo un 15% de las cátedras de este país las ocupan mujeres. En el Consejo Superior de Investigaciones Científicas el porcentaje aumenta hasta el 23%. Esto es el resultado de la composición paritaria de las comisiones evaluadoras desde el año 2005, en un período de crecimiento de la plantilla del CSIC.
-¿Es ésta la principal medida a adoptar?
-Es una de las principales: la paridad en todas las comisiones evaluadoras. Varios estudios han demostrado la existencia de sesgos en la evaluación de los candidatos a cátedra. A igualdad de mérito las mujeres tienen muchas menos posibilidades de acceder a los puestos más altos cuando en las comisiones evaluadoras no hay mujeres.
-¿Tienen razón las mujeres científicas que se quejan de discriminación?
-Muchos estudios demuestran que hay estos sesgos que le digo, que muchas veces son inconscientes o involuntarios. Uno realizado en Suecia en 1997 demostró que las mujeres que concursaban a las convocatorias de la Academia de Medicina sueca habían de tener 2,5 puntos más de méritos para obtener la misma calificación que los hombres. Y un estudio español sobre los concursos de habilitación a cátedras dice que por cada hombre de una comisión de evaluación de siete miembros, una mujer candidata tiene un 14% menos de posibilidades de obtener la plaza, a igualdad de méritos.
-¿Cómo ve el hecho de impartir una asignatura de género en la universidad pública?
-La endometriosis es una enfermedad grave que afecta a 14 millones de mujeres en Europa. Sólo ha sido catalogada como tal enfermedad por la Unión Europea en 2005, nunca se han dedicado fondos para investigarla, no se sabe qué la causa y no tiene tratamiento específico. Es un ejemplo de los sesgos de género que tiene el conocimiento científico actual, resultado de la escasa presencia de mujeres en la ciencia. Debemos eliminar estos sesgos incorporando la dimensión del género a la investigación y a la enseñanza. Ello redundará en una mayor calidad de la ciencia.