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Seguramente, la crisis más profunda por la que puede pasar cualquier institución, cosmovisión o religión es la crisis de su transmisión. Esta crisis se convierte una duda radical sobre su propia identidad, sobre su propia plausibilidad, es decir, sobre si tiene alguna clase de sentido que aquellas creencias, aquella ordenación del mundo, aquel sentido, siga existiendo en un determinado contexto social. De alguna manera, este cuestionamiento latente es el que está en el centro de los diferentes debates sobre la socialización religiosa actualmente. Debates que acostumbran a empezar a partir del concepto de crisis.

El artículo que presentamos, elaborado a partir de los resultados de la investigación de doctorado, está dividido en tres partes diferenciadas. Una primera, que busca dar relevancia a algunos de los elementos que más influyen sobre los procesos de socialización de las creencias religiosas (secularización, pluralismo, desinstitucionalización y los nuevos formatos de las identidades religiosas).

Una segunda, en la que proponemos un modelo de análisis de los procesos de socialización religiosa a partir de cuatro tipos ideales, configurados en base a dos binomios: transmisión (entendida como inculcación) vs socialización (entendida en un sentido más complejo, con más agentes, más importancia de los elementos afectivos y relacionales); y experiencias (entendidas como aquello vivido en primera persona, subjetivo) vs contenidos (aquello transmitido desde fuera, más objetivo). Los resultados de cruzar estos dos ejes son cuatro tipos ideales de socialización religiosa: la transmisión de contenidos (la tradicional); la transmisión de experiencias (a menudo practicada en movimientos con líderes carismáticos); la socialización de contenidos (practicada por los movimientos más ortodoxos: nuevas formas con contenidos tradicionales); y socialización de experiencias (que engloba las formas más innovadoras de socialización religiosa que están cambiando de paradigma).

Y para concluir, esbozamos un apartado de conclusiones de los elementos más significativos de la investigación vinculados a la crisis de la socialización religiosa tradicional; a la emergencia de los elementos afectivos y relacionales como claves en las nuevas formas; y el debate sobre qué tipo de identidad religiosa se quiere obtener: una más "objeto" o una más "brújula".