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La ética de la ingeniería a menudo se centra en la ética de los ingenieros, que actúan como individuos. Ciertamente, los profesionales juegan un papel central en la materia, pero los ingenieros no son una singularidad dentro de la ingeniería, sino que funcionan como parte de una compleja red de relaciones mutuas entre muchas otras personas, organizaciones y grupos.

Cuando se toman la ética de la ingeniería y la ética de los ingenieros como una misma cosa, el paradigma del ingeniero ético que prevalece es el del ingeniero heroico, un cierto modelo del ingeniero ideal: individualista y con suficiente fuerza para hacer frente a todos los desafíos morales que pueden surgir. En este trabajo, sostenemos que este no es el mejor enfoque, al menos hoy en nuestro mundo interrelacionado.

Hemos alcanzado un alto grado de independencia de la naturaleza por medio de la tecnología. A cambio de esta autonomía nos hemos ligado cada vez más con sistemas muy complejos en los que delegamos constantemente nuevas funciones y competencias. Las preocupaciones sobre el crecimiento sostenible surgen por todas partes debido a que ahora tenemos una conciencia más sensible sobre la enorme cantidad de energía que utilizamos. Por lo tanto, se deben potenciar nuevas formas de diálogo y consenso en diferentes niveles, en diferentes foros y en diferentes momentos del proceso.

Dentro de estos canales democráticos de participación se deben tener en cuenta no sólo las necesidades e intereses, sino también las responsabilidades y los compromisos mutuos de todas las partes afectadas.