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La Guerra Civil de 1936-1939 fue el conflicto armado más importante del pasado siglo XX español. Supuso la irrupción de la guerra total en España, implicando a la práctica totalidad de la población del país en el esfuerzo de guerra de uno y otro bando, algo que se vio reflejado en el medio millón de muertos acumulados entre los frentes y la violencia implementada en las retaguardias. Un brutal y desgarrador impacto sobre el conjunto de la sociedad española que tuvo su eco en el resto del continente, donde todas las miradas estaban puestas en lo que acontecía en España.

En este sentido, la Guerra Civil Española fue también el conflicto armado más importante del periodo de entreguerras europeo, por la implicación directa de muchos de los actores que, tan solo unos meses después de su final, se embarcarían en la contienda más cruenta de la historia, la Segunda Guerra Mundial. El trasfondo ideológico de la guerra española, uno de los múltiples que explican sus causas y su virulencia, reproducía las dinámicas de enfrentamiento político que estaban asolando Europa desde el triunfo de la Revolución Rusa: el peligro revolucionario que emanaba desde el Este y la reacción preventiva de amplios sectores de la derecha que veían en estos vientos de cambio, revolucionarios o no, una amenaza al jerárquico orden social imperante. Por ello, España se veía como un escenario fundamental, de índole nacional, en la lucha global entre revolución y contrarrevolución, lo que influyó decisivamente en los imaginarios de muchos individuos que no dudaron en acudir a la Península a combatir por sus ideales.

De entre todos ellos, las Brigadas Internacionales han sido, indudablemente, las que más atención historiográfica han recibido. Sin embargo, en el bando sublevado el número de combatientes extranjeros, algunos voluntarios y otros en cierto modo forzosos, fue muy superior, alcanzando en torno a los 115.000 efectivos entre italianos encuadrados en el Corpo Truppe Volontarie, alemanes en la Legión Cóndor, y otros contingentes que no formaban unidades militares de relevancia como portugueses, franceses, rusos blancos, rumanos, belgas o de diversos orígenes latinoamericanos y que, fundamentalmente, combatieron alistados en la Legión o en Tercios de requetés.

Estos guarismos demuestran la crucial importancia que la Guerra Civil Española tuvo en las percepciones de la contrarrevolución europea como una oportunidad para frenar la expansión del marxismo por el continente. No en vano, buena parte de los voluntarios extranjeros que combatieron en las filas del bando sublevado concebían la lucha en España como un combate por la propia civilización europea, que no era sino cristiana, algo que queda reflejado tanto en las memorias y diarios de guerra que escribieron como en las diversas cartas enviadas al Cuartel General del Generalísimo en las que muchos de ellos se ofrecían como soldados. Esto, sin embargo, no ha de hacernos dejar de lado motivaciones más mundanas para alistarse voluntarios, como el afán de aventura, la paga o la simple concepción de la guerra como oficio. Pero, pese a ello, la notable contribución extranjera al triunfo del fascismo en España y el tremendo impacto que la guerra tuvo en los imaginarios de muchos contrarrevolucionarios europeos subrayan el elemento ideológico como una dimensión crucial de la experiencia bélica de estos voluntarios en las trincheras de la Guerra Civil Española.