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Uno de los principales retos que afronta la ecología es predecir cómo el cambio climático afectará a la distribución y el funcionamiento de la vegetación y hasta qué punto estos cambios retroalimentarán positivamente el calentamiento global. Desde hace décadas sabemos que la visión clásica, basada en estudiar las respuestas de las distintas especies, tiene importantes limitaciones. Por un lado, porque a escala global muchas especies todavía no han sido descritas y, de muchas más, no conocemos su distribución con precisión. Por otro, porque sabemos que la respuesta a los cambios ambientales puede variar mucho entre individuos y poblaciones dentro de una misma especie. Por ello, desde hace un par de décadas, los esfuerzos por entender y predecir las respuestas de los organismos a los cambios ambientales se basan en identificar características medibles a nivel de individuo que nos informen sobre su comportamiento demográfico. Estas características se llaman rasgos funcionales y tienen la ventaja de que se pueden cuantificar y mapear a escalas cada vez mayores utilizando técnicas de teledetección. El problema de esta aproximación es que a menudo se utilizan rasgos fáciles de medir (la densidad de la madera o características estructurales de las hojas en el caso de las plantas) sin evaluar hasta qué punto estos caracteres nos ayudan a entender y predecir la respuesta de los organismos al cambio global.

Para evaluar hasta qué punto los rasgos funcionales son capaces de predecir el crecimiento de los árboles en los bosques catalanes, muestreamos 90 parcelas de bosque (15 por especie) dominadas por seis de las especies forestales más abundantes en Cataluña: el pino silvestre ( Pinus sylvestris), la pino laricio (P. nigra), el pino carrasco (P. halepensis), el haya (Fagus sylvatica), el roble pubescente (Quercus humilis) y la encina (Q. ilex). Estas parcelas las distribuimos de forma que cubrieran el gradiente de disponibilidad de agua ocupado por cada una de estas especies en Cataluña, y aprovechando la red del inventario forestal nacional español, de modo que podíamos estimar retrospectivamente el crecimiento de todos los árboles medidos en los últimos 15 años.

A diferencia de la mayor parte de estudios previos, nuestro trabajo se centra en entender el valor predictivo de los rasgos funcionales tanto entre especies como entre individuos y poblaciones de la misma especie. Asimismo, en la lista de rasgos funcionales clásicos añadimos una serie de atributos relacionados con el transporte de agua y la respuesta a la sequía, que esperamos que sean especialmente relevantes en un contexto mediterráneo.

Aunque nuestros resultados muestran que efectivamente estos atributos son tan o más importantes que los rasgos funcionales clásicos, la conclusión más importante es que ninguno de los rasgos estudiados permite predecir el crecimiento de los árboles con un mínimo de precisión. Esto se debe a que los rasgos covarían entre sí de modos complejos ya menudo muestran respuestas compensatorias a lo largo del gradiente ambiental estudiado. El reto, por tanto, es entender mejor la coordinación de los diferentes rasgos a nivel de individuo para mejorar nuestra capacidad de predecir la respuesta de los bosques a cambios en el clima.