Olfato y anosmia en la apreciación estética (premio Aposta UAB 2011)
El olfato es el sentido menos valorado en nuestra sociedad. A pesar de que resulta fundamental en la percepción de uno mismo y del entorno, así como en la construcción de las relaciones sociales, si bien es un elemento central en la salud física, emocional y mental de las personas, si bien es una fuente de placer en la apreciación de paisajes, perfumes, la comida, el vino... recibe muy poca atención. Nuestro sistema sanitario no lo considera importante, y esto tiene varias consecuencias. Desde que nacemos, y durante toda la infancia, se nos practican varias pruebas destinadas a evaluar nuestra salud, pero respecto al olfato, no existe ningún protocolo establecido para comprobar si un niño nace con olfato o sin, o si padece alguna disfunción cuantitativa o cualitativa en la capacidad de oler.
Durante la vida adulta, tampoco se suele incluir una revisión de olfato en las revisiones de salud que muchas personas se hacen regularmente en su puesto de trabajo o por iniciativa propia. Por ejemplo, la UAB organiza generosas pruebas de salud para sus trabajadores que incluyen pruebas de visión, de oído, análisis de sangre y de orina, revisión ginecológica o revisión de la salud dental, pero no de olfato. Al mismo tiempo, nuestro sistema sanitario lanza periódicamente campañas publicitarias para que vayamos al dentista una vez al año, para que nos hagamos pruebas específicas destinadas a detectar la aparición del cáncer ... pero nunca se nos anima a hacernos pruebas de olfato.
Y, sin embargo, nacer con un trastorno olfativo como anosmia, hiposmia o hiperosmia, o perder el olfato de adulto, puede suponer consecuencias graves en la vida cotidiana. Un trastorno de olfato altera la percepción de uno mismo, la percepción del entorno, la relación con los demás, con la comida, el propio hogar, y afecta la salud emocional de las personas. Una pérdida completa de olfato puede implicar un riesgo ante una fuga de gas y exige precauciones especiales en la cocina, pero puede ser especialmente grave para personas que trabajen con productos químicos, y puede llegar incluso a dificultar el desarrollo de la propia profesión en el caso de perfumistas o cocineros. Hoy en día también sabemos que la pérdida de olfato en la vida adulta puede anunciar otros problemas de salud: puede estar alertando de un principio de alzheimer u otros problemas neurológicos.
Por otra parte, el olfato tampoco se educa en la escuela. No se enseña a tomar conciencia del proceso de oler, un hecho sobre el que casi no se reflexiona, no se enseña a disfrutar de los placeres que puede conllevar, y tampoco a identificar olores con precisión. Asimismo, culturalmente no se le valora. En nuestra sociedad se tiende a pensar que el olfato no es tan importante y que perderlo no es tan grave. Sólo hay pequeñas excepciones en mundos profesionales donde el olfato es una herramienta de trabajo y por lo tanto hay conciencia de su valor: perfumistas, cocineros, enólogos, jardineros ...
Afortunadamente, en los últimos años, ha comenzado a surgir un mayor interés por el mundo del olfato y su relación con la salud. El premio Nobel concedido en 2004 a Richard Axel y Linda Buck por sus estudios sobre las bases genéticas del olfato ha comenzado a estimular la investigación. En nuestro país, los doctores José de Haro en el Hospital Municipal de Badalona, Joaquim Mullol en el Hospital Clínic de Barcelona o Adela González en el Hospital de Cabueñes son ejemplos de médicos que dedican una atención especial a las personas con problemas de olfato. También psicólogos o antropólogos empiezan poco a poco a prestar atención al olfato, en una búsqueda cada vez más multidisciplinar.
El proyecto "Olfato y anosmia en la apreciación estética", premiado en la convocatoria Aposta de la UAB en su primera edición, quiere contribuir a esta incipiente investigación sobre el olfato estudiante cuál es la influencia del olfato o sus trastornos en la apreciación estética. Apreciar la belleza o la fealdad (o la armonía, la elegancia, lo misterioso, lo tenebroso) de paisajes, jardines, obras de arte, de las personas, es un elemento muy importante de nuestra vida, que va muy ligado a la propia identidad personal, la creación de vínculos emocionales y a la construcción de comunidades en función de los mismos gustos estéticos. La apreciación estética que todos nosotros realizamos cotidianamente de todo tipo de entornos u objetos tiene como base la percepción sensorial (aunque participen muchos otros factores de carácter lingüístico y cultural) y por tanto cambia cuando se producen alteraciones de los sentidos. Entender cómo cambia la apreciación estética de un paisaje en función de que se perciba o no su dimensión olfativa, nos ayudará a entender la importancia del olfato en la vida cotidiana de las personas, y sus efectos en la salud física, emocional y mental.
El proyecto se realizará durante dos años, y los resultados se difundirán en congresos y revistas académicas internacionales. También se divulgarán en el conjunto de la sociedad, ya que la finalidad última de este proyecto es contribuir a crear una cultura del olfato, por lo que la sociedad sea más consciente de la importancia de este sentido.
Referencias
"Nunca sabrás a qué huele Bagdad". Marta Tafalla. Servei de Publicacions de la Universitat Autònoma de Barcelona. 2010.