Posición en el hogar y género: desigualdades en la calidad de vida relacionada con la salud
El descenso de la mortalidad en los países desarrollados se ha producido sin una reducción paralela de las desigualdades de salud, al contrario de lo que se hubiera esperado a priori. Por tales desigualdades se entienden aquellas diferencias de salud injustas, evitables y sistemáticas cuyos determinantes sociales han sido objeto preferente de estudio por parte de las ciencias sociales.
Entre la gran variedad de factores que potencialmente pueden actuar como tales determinantes, nuestro interés se ha centrado en el hogar, entendido como un contexto común de convivencia pero también como un espacio de diferenciación en relación a los recursos, responsabilidades y oportunidades sociales de sus miembros. En este sentido, una de nuestras contribuciones se basa en el hecho de utilizar una nueva manera para aproximar el hogar: la posición del individuo en el hogar. Esta posición define el lugar del individuo no sólo en relación a la estructura del hogar (unipersonal o pluripersonal) sino también en relación a su situación en el núcleo o núcleos familiares del hogar (como miembro de la pareja, como padre o madre emparejados, como hijo/a, como madre o padre monoparental, fuera de un núcleo familiar).
Pero además, cuando tratamos el contexto familiar no podemos obviar que las relaciones que se establecen dentro de su contexto se articulan a través de un intercambio continuo y diario de recursos económicos, de soporte emocional, de cuidado, de información, etc. Estos intercambios de recursos se realizan en función de unas normas de interacción tanto entre generaciones como entre hombres y mujeres. Estas últimas se articulan en función de las desigualdades de género como consecuencia de la división sexual del trabajo en la esfera productiva y la doméstica. Nuestra hipótesis de partida es que balances desequilibrados en los intercambios y relaciones descritos serían susceptibles de traducirse en desigualdades en salud.
Para realizar nuestro trabajo hemos tomado como referencia a la población española adulta (30-64), estudiando de manera independiente a hombres y mujeres. Nuestro interés en esta población es doble. El primer motivo se debe al hecho de que las desigualdades de género en la vida cotidiana y su impacto en la salud en la población dentro de este rango de edades pueden ser más importantes como consecuencia de una mayor carga, tanto productiva como reproductiva. El segundo motivo se basa en que el estudio de los determinantes sociales se ha centrado en la población en edades avanzadas, lo que ha dejado un vacío de conocimiento en las edades adultas, que son precisamente las que potencialmente podrían verse beneficiadas por la acción de políticas preventivas en el ámbito tanto social como de la salud.
Nuestros hallazgos apuntan a que la posición en el hogar resulta ser una buena aproximación a la estructuración de roles de género en relación tanto al ciclo de vida de los individuos como a los patrones de desigualdad en la distribución de las responsabilidades dentro de este ámbito. Los resultados muestran que la posición en el hogar es más determinante sobre la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) que los indicadores de estatus socioeconómico individual en el caso de la población femenina, lo que no ocurre entre los hombres. Este punto pone de manifiesto la necesidad de superar la visión androcéntrica de la investigación en salud, ya que ésta tradicionalmente se ha centrado en el análisis de las desigualdades en salud en el estatus socioeconómico, obviando, por tanto, determinantes sociales de mayor relevancia entre las mujeres.
Un resultado interesante por lo inesperado del mismo es que cuando la convivencia en pareja es acompañada de hijo/s, se observa una reducción de los valores de CVRS más importante entre los hombres. El hecho de que la CVRS de los hombres se vea afectada de manera más intensa por la convivencia con hijos parece contradictorio con la tradicional mayor dedicación femenina al cuidado de estos, que se ve agravada por la “doble presencia” de las mujeres derivada del rol de trabajadora y madre. Sin embargo, desde las teorías de construcción de las identidades de género puede explicarse este resultado como una consecuencia de la no asimilación o asimilación insuficiente de esa dualidad por parte de los hombres. Mientras que las mujeres dan por hecho que deben cuidar de sus hijos, los hombres aún perciben esta situación como un incremento excesivo en su carga diaria. No hay que olvidar que en este trabajo se han medido las desigualdades en salud a través de un indicador subjetivo.
Otro resultado destacable es el que para ambos sexos la monoparentalidad es la posición del hogar asociada a una peor CVRS como consecuencia de la mayor carga de trabajo reproductivo resultante en comparación con todas las otras contempladas. Las consecuencias negativas de esta posición del hogar sobre la CVRS son mayores entre la población femenina, lo que podría estar relacionado con las dificultades derivadas de la ruptura del modelo patriarcal de familia de sustentador principal masculino, que deja en una situación de mayor vulnerabilidad económica a las mujeres. Hay que tener en cuenta, además, que tras una situación de ruptura de pareja, la situación de monoparentalidad es mucho más frecuente entre las mujeres.
Rocio Treviño
Centro de Estudios Demográficos (CED-UAB)
jguma@ced.uab.es
rtrevino@ced.uab.es
Antonio D. Cámara
Universidad de Jaén
Centro de Estudios Demográficos (CED-UAB)
adcamara@ujaen.es
Referencias
Gumà, Jordi; Treviño, Rocio; Cámara, Antonio D. POSICIÓN EN EL HOGAR Y GÉNERO. Desigualdades en la calidad de vida relacionada con la salud entre la población adulta en España. Revista Internacional de Sociología RIS. 2015, vol. 73, num. 1, e003. doi: 10.3989/ris.2013.03.04.