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La Depresión Mayor (DM) es una enfermedad mental grave y de las más incapacitantes a nivel mundial. Aunque se caracteriza principalmente por fuertes sentimientos de tristeza y apatía, a menudo también va acompañada de problemas cognitivos. Así, la inatención, los problemas de memoria, la lentitud y la desorganización, contribuyen no sólo a un funcionamiento diario mucho más pobre y dificultoso, sino que también impiden la mejora de los síntomas anímicos. Además, sufrir estos problemas cognitivos ha demostrado ejercer un efecto negativo en el funcionamiento laboral y en la calidad de vida de los pacientes.

Pero, ¿son estos déficits objetivables? ¿Los detectan los pacientes? ¿Cómo les afecta? Pues se ha demostrado que el solo hecho de percibir que se sufren problemas cognitivos (en memoria, atención, organización, planificación, velocidad de procesamiento de la información...) afecta la productividad laboral y la calidad de vida. Por tanto, no sólo habría que dirigirse a mejorar el déficit, sino a la percepción del mismo. También se ha visto que los pacientes con depresión tienden a verse más afectados cognitivamente de lo que realmente están, y esto no sólo sería resultado del estado depresivo (que se acompaña de un sesgo negativo en la evaluación de uno/a mismo/a).

En este estudio, además de estudiar la relación entre el rendimiento en atención y memoria y la percepción que tienen 229 pacientes del Parc Taulí (Sabadell), hemos analizado qué características de la enfermedad y del paciente influyen en la diferencia entre su rendimiento en memoria y atención, y su percepción de estas capacidades en el día a día. Lo que hemos observado es que los pacientes con síntomas depresivos más graves, a pesar de ser los que peor perciben su atención y memoria, son también los que más se acercan al rendimiento que muestran los test (pues son también los que más afectación experimentan). En cambio, aquellos pacientes con poca o ninguna sintomatología depresiva en el momento de la evaluación, sobreestiman sus capacidades memorísticas y atencionales. ¿A qué se debe este sesgo? Aparte de los síntomas depresivos, que, como ya es bien sabido, disminuyen la autoevaluación de las capacidades cognitivas, las funciones ejecutivas (que nos permiten, entre otros procesos, pensar sobre nuestro pensamiento, o la capacidad metacognitiva) también juegan un papel. Cuanto mejor es el rendimiento en funciones ejecutivas, peor perciben su rendimiento los pacientes con depresión. Esta tendencia podría deberse a una mejor detección del déficit, es decir, aquellos pacientes con más capacidad para comparar su estado actual con el anterior a la enfermedad, son los que peor se evaluarían. Es por ello que, si este hallazgo se confirma en estudios de seguimiento de los pacientes, sería relevante incluir en los actuales programas de rehabilitación cognitiva por depresión, un módulo donde se trabaje su percepción de déficit, tal vez dirigido a su aceptación.

Figura 1A. Rendimiento cognitivo en atención y memoria, separado por estatus clínico (Puntuaciones T).

Figura 1B. Diferencia entre el rendimiento en los tests y las auto-evaluaciones de los pacientes en los dominios cognitivos de atención y memoria.