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Los modos de micromovilidad eléctrica están aumentando su cuota de mercado en las ciudades de todo el mundo. El aumento del número de patinetes y bicicletas eléctricos en las ciudades se ha visto impulsado por la promesa de resolver algunos de los problemas urbanos actuales, como la congestión, la calidad del aire y el consumo de energía. Las ciudades están promoviendo estos nuevos modos porque ofrecen resultados positivos para el medio ambiente y la sociedad. Sin embargo, la naturaleza exacta de estos beneficios todavía no es clara, especialmente en cuanto a su impacto real en la equidad y la justicia social. Existen estudios dedicados a la dimensión social de estos nuevos modos de transporte, centrándose en los factores que afectan a su adopción. Ahora bien, existe una brecha de investigación en lo que se refiere específicamente a los factores sociopsicológicos, cuando sabemos que estos factores pueden influir en el comportamiento de las personas a la hora de tomar decisiones. Por lo tanto, con este estudio nos propusimos aportar un poco de claridad, revisando la literatura existente sobre este tema.

En este estudio, clasificamos los factores sociopsicológicos en funcionales y no funcionales. Los valores funcionales están relacionados con las necesidades tradicionales percibidas por los consumidores cuando deciden qué modo de transporte utilizar, que en este caso serían principalmente el precio, el coste de operación, el rendimiento, la conducción, la comodidad, y el tiempo de carga. Por otro lado, los valores no funcionales están relacionados con las asociaciones que los individuos construyen respecto a estos modos y aquellos valores asociados con ciertas necesidades sociales, emocionales y epistémicas, como la actitud ambiental, la innovación y las creencias sociales.

Nuestros resultados muestran que, en cuanto a los factores funcionales, los usuarios parecen valorar la combinación de bajo coste-alta comodidad que la mayoría de estos modos pueden ofrecer, y en general se perciben como prácticos, fáciles de utilizar, accesibles y flexibles. En contraste, dos factores funcionales que se mencionan constantemente como que afectan negativamente a su uso son la seguridad y la carencia de fiabilidad, principalmente basados en informes tempranos que encuentran una relación clara entre algunos de estos nuevos modos (en particular los patinetes eléctricos) y una mayor tasa de accidentes y lesiones reportados. Además, hay que destacar como la pandemia de COVID-19 ha alterado esta visión negativa en términos de seguridad, puesto que algunos usuarios ahora pueden percibir estas opciones como más seguras que otras, como por ejemplo el transporte público.

El factor no funcional más influyente parece ser la creencia que la micromovilidad eléctrica es respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, su sostenibilidad medioambiental se pone en debate una vez se examina todo el ciclo de vida de los vehículos. La idea que estos modos pueden ser positivos en términos de salud también se ha encontrado como un catalizador para su uso, y los individuos dicen que los usan para mejorar o mantener sus niveles de actividad física. Las conclusiones también sugieren que la adopción está impulsada por el simbolismo que los usuarios proyectan hacia la innovación, así como por los intereses individuales en los artefactos y la tecnología punta. Por otro lado, algunos estudios mencionan el estigma social como desalentador, especialmente cuando algunos individuos sienten que las bicicletas eléctricas se consideran “hacer trampa” en comparación con las bicicletas tradicionales.

En conclusión, el estudio actual demuestra la compleja mezcla de factores funcionales y no funcionales detrás de la adopción y uso de la micromovilidad eléctrica. Además, hay otros factores, como las diferencias culturales y los niveles de apoyo dependiendo de la ubicación geográfica, que podrían estar ejerciendo un papel en su adopción, y esto también tendría que considerarse.