Severidad e impulsividad, predictores de respuesta terapéutica en trastorno de juego
La prevalencia del trastorno de juego está alcanzando índices elevados en los países desarrollados, con valores entre el 1.4% y el 1.7% en muestras representativas de la población general. Aunque la edad legal para jugar con apuestas se sitúa en los 18 años, cada vez es mayor la frecuencia de jóvenes adolescentes que se inician en este tipo de conductas, en gran medida como consecuencia de la proliferación y el fácil acceso a un gran número de plataformas (muchas de ellas operan a través de la red Internet). Las unidades y centros asistenciales especializados en esta adicción comportamental alertan de esta preocupante situación y advierten de pacientes que presentan problemas importantes a edades muy tempranas (antes de la mayoría de edad).
El trastorno de juego se caracteriza por una pauta repetitiva y persistente de comportamientos relacionados con el juego. Los pacientes informan de un importante deterioro derivado de estas conductas en todos los ámbitos de funcionamiento (personal, familiar, laboral, social e incluso económico), y a pesar de todo son incapaces de controlar la necesidad de jugar y las consecuencias que esta exigencia les provoca (como preocupaciones recurrentes, fracaso en los intentos de autocontrol o elevada inquietud e irritabilidad cuando se intenta interrumpir el juego). Con la evolución del trastorno de juego aparecen otras numerosas condiciones clínicas concurrentes, como problemas del estado de ánimo, ansiedad, abuso de alcohol y consumo de drogas ilegales.
La elevada impulsividad es un rasgo de la personalidad estrechamente relacionado con la etiopatogenia del trastorno de juego (que actualmente se clasifica dentro de un grupo de condiciones clínicas denominadas “trastornos del control de impulsos”). Las personas altamente impulsivas tienden a reaccionar de forma precipitada, muestran escasa reflexión previa, acostumbran a desatender las consecuencias derivadas de sus propios actos, suelen presentar baja tolerancia a la frustración y expresan dificultades para gestionar el estrés. Este patrón incrementa el riesgo de que aparezca el trastorno de juego, y afecta de forma relevante su evolución.
Aunque se conoce la implicación de la impulsividad y de la severidad de la conducta de juego en los resultados inmediatos de la intervención en trastorno de juego, se desconoce cómo pueden afectar de forma simultánea ambas variables en la evolución posterapéutica a largo plazo. Un estudio realizado bajo la dirección de la Doctora Susana Jiménez-Murcia (Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Bellvitge) y la dirección estadística de la Dra. Roser Granero-Pérez (Departamento de Psicobiología y Metodología, UAB) valora la capacidad predictiva de la gravedad del trastorno de juego y de diferentes dimensiones de la impulsividad durante la intervención y durante el seguimiento posterior hasta los 24 meses. La muestra incluyó n=389 hombres adultos, y la intervención realizada consistió en terapia cognitivo conductual grupal (16 sesiones en total, con carácter semanal). Entre los principales resultados destaca que:
a) cuando se controlan los niveles de impulsividad, la severidad del trastorno de juego al inicio de la intervención no es predictiva de eficiencia terapéutica;
b) un patrón de impulsividad caracterizado por alta urgencia negativa (tendencia a actuar precipitadamente en presencia de emociones negativas) se asocia con mayor riesgo de recaídas, especialmente durante la fase de la intervención;
y c) un patrón de impulsividad caracterizado por altos niveles en búsqueda de sensaciones (tendencia a participar en actividad nuevas, excitantes o peligrosas) y bajos niveles en perseverancia (incapacidad para mantener la implicación en tareas largas, tediosas o complejas) se asocia con mayor riesgo de abandono durante la intervención y en el seguimiento posterior.
Los resultados de este estudio poseen relevancia en el ámbito de la intervención en pacientes con trastorno de juego, ya que alertan del importante rol de las diferentes dimensiones de la impulsividad (tanto en los resultados inmediatos de la intervención psicoterapéutica como en la efectividad a largo plazo).
Roser Granero Pérez
Departamento de Psicobiología y Metodología
Universitat Autònoma de Barcelona
Mestre-Bach G, Steward T, Granero R, Fernández-Aranda F, del Pino-Gutiérrez A, Mallorquí-Bagué N, …, i Jiménez-Murcia S. (2019). The predictive capacity of DSM-5 symptom severity and impulsivity on response to cognitive-behavioral therapy for gambling disorder: A 2-year longitudinal study. European Psychiatry, 55, 67-73. DOI: 10.1016/j.eurpsy.2018.09.002.